PICSTARS
  •  
  •  
  •  
  •  
  •  
  •  
  •  
  •  
  •  
  •  
  •  
  •  

Source: www.batanga.com  Fecha: 24 de octubre del 2015



User Net Site



Imagino que todos recordamos lo que ocurre con Superman, también conocido como Clark Kent, pues bin, en múltiples ocasiones hemos notado que las gafas tienen un poder de transformación asombroso en las películas. Y las chicas no se quedan atras,

Hemos visto en innumerables ocasiones como la chica que todos descartaban por “fea”, que naturalmente usa gafas, de repente se las quita, se suelta el pelo, un poco de maquillaje y... ¡resulta que era hermosa! Y deja perplejo al chico que sólo la quería como amiga. Como ejemplo, la película She’s All That (1999), con Freddie Prinze Jr. y Rachael Leigh Cook.







Ah, la magia del cine. Basta con poner un montaje con la música adecuada y alternando las imágenes rápidamente para hacernos creer que ejercitarse arduamente antes de una pelea es lo más maravilloso del mundo.

Incluso si el entrenamiento consiste en correr varios kilómetros diarios atravesando vías de tren y suburbios derruídos, hacer lagartijas, abdominales, recibir golpes en todo el cuerpo, golpear cadáveres de animales y celebrar que se terminó el suplicio luego de subir una enorme escalinata.






Imagina la siguiente situación: vas caminando por la ciudad, escuchando música a través de los auriculares, y de repente suena tu canción favorita, una muy alegre y pegadiza. Naturalmente, reprimes el impulso de ponerte a cantar y bailar en el medio de la calle, para que todos no te miren como si recién hubieras escapado de un manicomio.

Pues en las películas, basta con que el personaje principal se ponga a bailar alegremente, para que la multitud lo acompañe en una perfecta coreografía nunca antes ensayada. 







Imagina la siguiente situación: vas caminando por la ciudad, escuchando música a través de los auriculares, y de repente suena tu canción favorita, una muy alegre y pegadiza. Naturalmente, reprimes el impulso de ponerte a cantar y bailar en el medio de la calle, para que todos no te miren como si recién hubieras escapado de un manicomio.

Pues en las películas, basta con que el personaje principal se ponga a bailar alegremente, para que la multitud lo acompañe en una perfecta coreografía nunca antes ensayada.